miércoles, 11 de diciembre de 2013

¿Por qué haces Wing Tsun?...

¿Por qué haces Wing Tsun?... o mejor aun, ¿por qué practicas artes marciales? Hay muchos estudios sobre este tema,  porque saber lo que nos motiva a tomar este tipo de decisiones, puede resultar muy útil en términos de marketing.
Cada uno tiene sus propias motivaciones para iniciarse en las artes marciales: aprender a defenderse, mejorar la condición física, competir… pero una vez que empezamos con la práctica, que nos metemos en la rutina del entrenamiento, en ocasiones, esas motivaciones iniciales se van diluyendo, y llegados a ese punto, lo que nos haya aportado hasta ese momento el entrenamiento, será lo que acabe por engancharnos, o por el contrario, lo que haga que perdamos las ganas de seguir que y que decidamos quedarnos en nuestras casas.
¿Qué fue lo que consiguió engancharme del Wing Tsun? Cuando empecé a practicar este estilo, antes de la época de You Tube, del Wing Tsun sabía que estaba enfocado a la defensa personal y que se peleaba a corta distancia, pensé que sería un buen estilo para mí, porque, como había sufrido una operación en una rodilla, no quería saber nada de patadas altas. Mi única pretensión, era tener una excusa para ir al gimnasio un par de veces a la semana y divertirme un poco.
Me pareció un estilo distinto de lo que había practicado hasta aquel momento y con una estrategia de combate muy eficaz para la calle, nada más. Pero poco a poco, empecé a descubrir que tras su aparente sencillez, se escondía un sistema complejo y refinado. Algo parecido a un antiguo reloj de cuerda, que en su esfera nos muestra tres simples manecillas que se mueven indicándonos las horas, pero que bajo ella se encuentra una complicada maquinaria de engranajes y resortes, cuyo fino ajuste y diseño, hace funcionar al sistema con total precisión.
Cuanto más Wing Tsun me enseñaban, más quería aprender. Llegué a creer que no iba a ser suficiente una vida entera para aprender, entender e interiorizar todos y cada uno de los “engranajes” que lo componen, aun hay días que lo sigo pensando.
La eficacia en defensa personal, la mejora de mi condición física, la diversión… pasaron a un segundo plano, arrolladas por el ansia de conocimientos.
Y ese ansia, se multiplicó hasta el infinito, cuando conocí a GM Kernspecht, en un seminario en el que explicaba que el “final del camino” era el abandono de toda técnica en favor, únicamente, de los principios del sistema.
Era como decir que llegaría el momento en el que toda esa maquinaría a la que tanto esfuerzo le he dedicado se diluiría, revelándoseme el Wing Tsun en su estado más puro.

¿Por qué hago Wing Tsun? Porque quiero aprender y porque su práctica es un camino, con un final claro e incierto al mismo tiempo, que necesito recorrer.

martes, 28 de agosto de 2012

Tu idea, no es mi idea...

En un momento del último entrenamiento con mi Sifu, se dio una situación en la que yo actué tratando de anticiparme presuponiendo cual sería su próximo movimiento… me salió mal… Sifu se me quedó mirando y me preguntó por que había hecho eso, yo le contesté que tenía la idea de que si le daba una presión le provocaría una reacción, que yo aprovecharía para… sin dejarme acabar me dijo; “Luis, tu idea no tiene por que ser mi idea”


La endogamia dentro de las artes marciales es la que provoca este tipo razonamientos, ya que, conocemos perfectamente lo que practica nuestro compañero y ello nos permite anticiparnos, en muchas ocasiones, cuando vemos que este está iniciando una secuencia que nos resulta familiar. Pero como Sifu dice; “el Wing Tsun fue creado para vencer a otros estilos”.

¿Qué significa esto?, pues que no vamos a ser capaces de desarrollar toda la eficacia de nuestro arte marcial si nos limitamos a entrenar Wing Tsun contra Wing Tsun.
No hace falta salirse del sistema para que nos demos cuenta de lo perniciosa que es la endogamia. Si estás acostumbrado a trabajar siempre con el mismo compañero y un día no viene, te sientes incómodo trabajando con alguien a quien no conoces tan bien. Este mal estar es aun mayor si tienes que practicar con alguien de otra escuela, y ya no hablemos si entrenas con alguien de una rama de Wing Tsun distinta de la tuya, parece de otro planeta.

Si tienes estos problemas sin salirte del Wing Tsun, ¿qué ocurrirá cuando quieras entrenar con alguien que practica otro arte marcial?

Las típica pregunta del alumno; “¿y si me ataca un; boxeador, un luchador, un practicante de muay thai…?”
En un enfrentamiento de este tipo suele ocurrir que, en un primer momento el alumno pelea como lo haría con un compañero de clase, pero pronto se da cuenta de que las cosas no salen exactamente igual que como las entrena en la escuela, sobre todo, si aquel que tenemos delante sabe lo que hacemos.
Normalmente, después de este primer contacto, trata de imitar la táctica de su oponente, lo cual es aun peor. ¿Resultado? El alumno se siente decepcionado porque no ha sido capaz de desarrollar plenamente las aptitudes que ha adquirido durante su aprendizaje, en un enfrentamiento con alguien que no practica el mismo sistema que el.

Pero, ¿Qué es lo que ha pasado realmente? En enfrentamientos de este tipo, tratamos de aplicar técnicas que funcionan bien con nuestros compañeros de entrenamiento y nos olvidamos de que debemos pelear con los principios del Wing Tsun, no con sus técnicas. Las técnicas son herramientas que nos ayudan a entender los principios, no sirven para pelear, a pesar de que en ocasiones puedan funcionar en un combate. Los principios funcionan siempre, independientemente del estilo que practique nuestro oponente o de la idea que tenga en la cabeza nuestro compañero de chi sao.
Debemos entrenar Wing Tsun contra Wing Tsun para poder dominar el “arte” del Wing Tsun. Pero para aprender a pelear utilizando sus principios, es imprescindible entrenar con gente que practique otras disciplinas.

Y aquí surge un nuevo problema, ya que para hacer esto es necesario bajarse del pedestal al que nuestro grado nos ha subido y volver al mundo real. A un mundo en el que las reglas ya no están tan claras y en el que cualquiera te puede tumbar. Este es un ejercicio de humildad que pocos están dispuestos a realizar, pero que es necesario, sin ninguna duda, si queremos aumentar la eficacia de nuestro Wing Tsun.

jueves, 28 de junio de 2012

Hooke y el Wing Tsun

La Ley de Hooke dice:

“La Fuerza que devuelve un resorte a su posición de equilibrio es proporcional al valor de la distancia que se desplaza de esa posición”. Esto se cumple según la siguiente ecuación:

F = -k•x

Donde F es la fuerza, X lo que comprimamos o estiremos el muelle al deformarlo y K es una constante propia de cada muelle. En otras palabras cuanto más comprimas (o estires) un muelle, más fuerza devolverá cuando lo liberemos, para volver a su posición original. Y dependiendo de lo duro que sea ese muelle (K), más fuerza necesitaremos para deformarlo.



Este es un concepto tan intuitivo y tan fácil de entender, que se ha estado utilizando mucho tiempo para explicar determinados aspectos del Wing Tsun, sobre todo, a alumnos que aun no habían alcanzado el nivel suficiente como para entender en que momento debían ceder ante una presión que provenía de su compañero.
En los primero grados se trata de que los alumnos interioricen las estructuras del Wing Tsun. En el choque con un compañero, estas estructuras se ven sometidas a una serie de fuerzas que las deforman, pero, y ahí está lo bueno, la fuerza que origina esa deformación, queda almacenada en la estructura, en forma de energía potencial, como si de un muelle se tratara, y en algún momento, cuando la fuerza que recibamos nos haga ceder, toda esa fuerza que almacenemos, sumada a nuestra propia fuerza muscular, se liberará convertida en un golpe letal, dirigido hacia nuestro adversario… Brillante!
¿Brillante? A lo mejor no lo es tanto. Todo esto funciona bien en esos niveles en los que la forma y la técnica son más importantes que los principios del Wing Tsun. Pero esta elaborada explicación, basada en la Ley de Hooke, queda desbaratada cuando prestamos atención al principio que dice que cedas cuando encuentres una fuerza. De esta manera nunca podríamos cargar nuestro muelle, ya que tendríamos que ceder en cuanto notáramos que una fuerza se interpone en nuestro camino.
Incluso si decimos; “ante una fuerza mayor, cede”, el muelle seguiría sin funcionar, si diéramos con un compañero, menos fuerte que nosotros, ya que este cedería antes y atacaría primero.

Con esto no quiero que decir que debamos tirar los muelles a la basura, ya que funcionan muy bien en los amortiguadores de los coches o en los antiguos somieres de nuestras camas. Pero en el Wing Tsun, el “muelle”, no es más que otra muleta de la que nos servimos para aprender a andar, y de la que debemos deshacernos pronto, si no, correremos el riesgo de no ser capaces de llegar a andar sin su ayuda.




A muchos practicantes de Wing Tsun se les llena la boca con la, ya mítica frase: “…be water, my friend”. Pues el agua no se comporta como un muelle, es más, cuando encuentra un obstáculo, lo rodea desde el primer momento… esto debería darnos mucho que pensar.

viernes, 25 de mayo de 2012

¿Qué es el feedback?

¿Es posible que en algún momento de la historia del Wing Tsun, se hubiera perdido la herramienta que nos podría permitir utilizar eficazmente todas las aptitudes que desarrollamos con su práctica?
Observando disciplinas enfocadas a las competiciones deportivas, como por ejemplo el boxeo, si nos limitáramos a entrenar sólo su parte técnica; saco, desplazamientos, sombra…  y no combatiéramos, conseguiríamos mejorar nuestro fondo, reflejos, rapidez…  pero seguro que no seríamos buenos boxeadores.
Técnicamente, un practicante de Wing Tsun de bajo nivel, poco o nada tiene que ver con un grado alto.  Este último posee unos niveles de sensibilidad (chi sao) y de coordinación muy superiores, fruto de la internalización del sistema que se va produciendo según evolucionan dentro de este. Sin embargo, está diferencia no siempre se observa cuando sacas a ese grado alto de sus programas y lo obligas a utilizar su Wing Tsun en un entorno más “real”. Bajo estrés, todo ese trabajo técnico desaparece y muchas veces los puños rectos en cadena acaban por convertirse en el clavo ardiendo al que aferrarse. ¿Qué ha sido de todas esas horas que has pasado practicando chi sao?
Llegados a este punto podríamos pensar que el 90% de lo que se aprende en el Wing Tsun no sirve más que para engañar a la gente, prometiéndoles que cuando conozcan el sistema completo, y después de dejarse miles de euros por el camino,  serán invencibles. Porque al fin y al cabo, la mayor parte de las peleas que vayamos a tener, las podremos solucionar saliendo hacia delante como becerros y tirando puños en cadena…
O también podríamos pensar  que algo falla en nuestro entrenamiento, cuando vemos que no somos capaces de utilizar en combate todas esas habilidades reales que el Wing Tsun nos ha dado. Resumiendo, que hay un fallo de entrenamiento y no de sistema.
Una vez escuché decir a un sifu, que durante muchos años había estado aprendiendo y practicando formas y secciones de chi sao, con la esperanza de que, una vez completado el puzle, todo tendría sentido. Pero cuando finalmente consiguió juntar y encajar todas la piezas, esa iluminación no llegó.
G.M. Keith Kernspecht dice que; “El necio aprende el  ejercicio, el sabio aprende del ejercicio”.
El Wing Tsun pone a nuestra disposición herramientas, que bien utilizadas, mejoran notablemente muchas de las habilidades necesarias para la lucha. Pero que desarrollemos esas habilidades no nos convierte en luchadores. El único camino que existe para convertirse en un buen luchador, es luchar (creo que no acabo de descubrir la pólvora), y nadie puede poner en duda, que el objetivo del Wing Tsun es crear buenos luchadores.
Sería muy tentador pensar que el problema se solucionaría dando un mayor peso al combate dentro del entrenamiento. La respuesta sería afirmativa si el Wing Tsun  fuera un deporte de contacto, pero no lo es. El objetivo del Wing Tsun es crear luchadores que sepan desenvolverse en enfrentamientos no deportivos, y es muy difícil recrear estas condiciones en un entrenamiento. Esto tampoco significa que el trabajo de sparring no sirva para nada, sólo que es una herramienta más.

¿Y entonces, cómo comprobamos si nuestra forma de entrenar es la correcta? A través del feedback.
¿Qué es el feedback? Muchas empresas están interesadas en conocer las experiencias de sus clientes después de que estos hayan adquirido sus productos o servicios. Esta información les permite corregir errores y mejorar sus productos en el futuro. Esto es el feedback.
En el Wing Tsun, el feedback viene a través de las experiencias que viven sus practicantes cuando se ven forzados a utilizar sus conocimientos en enfrentamientos reales. Estas experiencias permiten desarrollar herramientas que facilitan el aprovechamiento de todo el  potencial de nuestro sistema. Es lógico pensar que la eficacia de estas herramientas será directamente proporcional a la cantidad de información de la que dispongamos.
Está claro que al final, nuestra eficacia como luchadores dependerá exclusivamente de nosotros mismos. Y seguro que cuanto más sudemos en el entrenamiento, menos sangraremos en la batalla. Yo veo mi entrenamiento como un triangulo, con el Wing tsun clásico, el trabajo de sparring y las herramientas desarrolladas a partir del feedback, en cada uno de sus vértices.

lunes, 16 de abril de 2012

Menos hablar y más entrenar.

    ¿A quién no le ha tocado en un curso, ese compañero que todo lo sabe y que durante  cuatro horas no te deja entrenar lo que está enseñando tu  Sifu,  porque te está explicando cómo se hace realmente el Wing Tsun?. Para cuando te das cuenta, el curso ha terminado, te has gastado una pasta y vuelves para casa igual que has llegado, pero cabreado.



El único secreto del Karate-dô es practicar seriamente y con perseverancia, para alcanzar el estado de Mushin (no-ego) que permite a los portales del Hara alcanzar el conocimiento.
Shigeru Egami


    Esta es una gran verdad. El tiempo que dedicas a hablar de Wing Tsun, estás dejando de practicarlo. De nada sirve perder el tiempo tratando de entender un sistema que no sabes hacer, la única manera de aprender es hacerlo, y en el caso del Wing Tsun, hacerlo muchas veces.
    Tampoco quiero decir que lo correcto sea entrenar sin pensar y asumir como verdad absoluta todo lo que nuestro instructor nos diga. El wing tsun pide a sus practicantes algo más que trabajo físico.
     A veces ocurre que aprendes algo nuevo y parece que no tiene mucho sentido, sobre todo cuando tratas de entenderlo basándote en tus conocimientos anteriores. Llegado a este punto tienes dos opciones, quedarte con lo que conoces y que crees que tienes tan claro o entrenar para ver si existe algo más allá. Como dice Sifu Kernspecht; “la carretera no se acaba porque nuestro coche se haya quedado sin gasolina”. 
    Hace un par de días leí una frase muy buena que decía algo así: “El problema de las mentes cerradas, es que generalmente vienen acompañadas de bocas abiertas”, y como decía, mientras hables, poco vas a entrenar, así que es difícil que una mente cerrada sea capaz de evolucionar.
    Que en algún momento se utilizaran demostraciones científicas para explicar determinados aspectos del Wing Tsun , dio pie a que algunos lo elevaran a la categoría de ciencia. Pero se olvidan de que, al contrario que en estas, no se aprende delante de un libro o  en un laboratorio haciendo experimentos. El camino es mucho más sencillo, entrenar.
    Quizás llegue el día en el que seamos capaces de aportar alguna innovación que consiga hacer temblar los cimientos del Wing Tsun. Mientras tanto, aprovecha cada minuto de tus entrenamientos, y si en algún curso te toca ese compañero del que hablábamos al principio, no te cortes y pide un cambio de parejas.

miércoles, 21 de marzo de 2012

¿Si me pega un alumno nuevo me van a quitar los grados?

    Recuerdo un curso con uno de mis viejos maestros, de esto ya han pasado unos añitos, en el que tras pedirme que le atacara, me dijo que lo hiciera sin miedo, por que llevaba su grado bien cosido a la camiseta y que aunque lo alcanzara no se le iba a caer al suelo. Aquellas palabras me quedaron grabadas en la memoria.

    Más recientemente, tras un entrenamiento personal de más de dos horas de trabajo intensivo con mi Sifu, me dijo que al día siguiente se iba a acordar de mi, yo le pregunté el por qué, y me contestó que el codazo que le había dado ya le estaba empezando a doler. El caso, es que yo no fui consciente de haberle tocado en ningún momento y tampoco noté en su actitud o en el ritmo de entrenamiento, que hubiera sucedido nada. Esto último lo digo por que he pagado por entrenar con gente a la que si le tocabas un pelo, te dejaba claro a golpes, o con una buena bronca en el mejor de los casos, que no lo volvieras a hacer.

    El Wu Sao (mano que protege), está muy bien trabajando secciones o en las formas, pero cuando subes el ritmo, un golpe suele sacarte de más apuros que una mano quieta delante de la cara. Esto sólo lo aprendes de verdad cuando tienes delante a alguien al que no le importe que puedas golpearlo. En los demás casos, puede ocurrir, que tras alcanzar a tu compañero, normalmente de más grado, este te diga que le has pegado por que habías ejecutado mal tu ataque, (¿cómo?) que al lanzar ese golpe habías abierto huecos que el podría haber aprovechado, que no lo hizo por no hacerle daño y que es mejor que dejes la mano quietecita delante de la cara, que es donde debe estar…

   Si el golpe de un alumno me alcanza durante un entrenamiento libre, jamás le diría que me había atacado mal, podemos discutir la ortodoxia de su golpe desde un punto de vista tradicional del sistema, pero, teniendo en cuenta que la finalidad de un ataque es golpear al oponente, no nos quedará más remedio que felicitarle y darle ánimos para que siga entrenando así de bien.

   El sistema en el que trabajo libre significa que los grados altos machacan sin contemplación a sus compañeros de rango inferior, me parece un fracaso. Todos salen perjudicados, y aunque resulte paradójico, es, el que está situado en lo alto de la pirámide, el que sale peor parado. ¿Por qué? Por que, al no haber nadie que se atreva a darlo todo entrenando con el, crea en su mente un falso sentimiento de invencibilidad que suele terminar mal, cuando un día aparece por el gimnasio alguien más chulo que él para probar sus clases le pone un ojo a la funerala delante de sus alumnos.

    A mí, mi tarea como monitor me enriquece en muchos sentidos (el económico no es uno de ellos), cada vez que doy clase quiero enseñar y necesito aprender y para ello necesito alumnos que lo den todo sin importarles a quien tienen delante. Esto y el respeto por sus compañeros, sin duda los llevará lejos, y a mí con ellos.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Como te veo, me vi. Como me ves, te verás.

Que yo empiece a sentirme identificado con una de las frases favoritas de nuestros abuelos, me pone los pelos de punta, pero no lo puedo evitar. Cuando aún era muy joven, tuve la mala suerte de sufrir una lesión de rodilla que me llevó al quirófano. Me recuperé bastante bien, pero desde aquel incidente cambió radicalmente mi forma de ver las artes marciales, porque me di cuenta de que tarde o temprano, por una lesión, o simplemente por el paso del tiempo, iba a ir perdiendo mis cualidades físicas y con ellas, mi capacidad para poder seguir practicando al mismo nivel.
Esto me llevó a buscar un sistema que me permitiera mantener un alto rendimiento como practicante, al margen de mis cualidades físicas. Y ese es el motivo por el que acabé practicando Wing Tsun.
 Un sistema interno con patadas bajas, pasos cortos, posiciones altas… justo lo que buscaba. Pero inevitablemente la energía de la juventud acabó por imponerse y no tardé en llegar a la conclusión de que el Wing Tsun estaba muy bien, y que si le añadía potencia y velocidad, aun estaba mejor. Y seguí ese camino.
La fuerza y la velocidad me parecían los complementos ideales, porque me sacaban del apuro cuando cometía un fallo. Y aunque sabía que siempre hay gente más fuerte y rápida que yo, me consolaba pensando que ese era un problema que se podía solucionar entrenando.
Pero los años no perdonan y no hace falta ser un anciano para darse cuenta de que ya no eres un veinteañero y de que no existe entrenamiento en el mundo que te permita volver a esa edad.
¿Y cómo se practica Wing Tsun cuando dejas de ser joven? Hace unas semanas, vi en Youtube un video de una entrevista de Sifu Sergio Iadarola con Gu Lo, un anciano Sifu de Wing Tusn, y me sorprendió ver lo bien que se movía, su fluidez y capacidad de reacción, a pesar de sus años y de su delicada salud. Fue, precisamente ese video, el que inspiró este texto.



Revisando otros videos de grandes maestros de avanzada edad, me di cuenta enseguida de que la sensibilidad y la fluidez eran el denominador común a todos ellos. Y estas aptitudes son las que, desde mi punto de vista, más peso tienen en un sistema interno.
Comparando esos videos con otros protagonizados por Sifus más jóvenes y de gran nivel, ves como en la mayoría de los casos son velocidad y potencia, las cualidades más preponderantes. La potencia y velocidad, para mí, marcan la diferencia dentro de los estilos externos.
La conclusión es clara, durante la vejez, la internalización deja de ser una opción y se convierte en el único camino para poder mantener el nivel.



Como te veo, me vi. Como me ves, te verás. Volviendo a esta frase, mi sentido común me pide que le dé la vuelta para darme cuenta de que como los veo, me veré. De esta forma la internalización, que para mí, a día de hoy, es todavía una opción, pasa a ser la mejor de todas.



Dicen que gallina vieja hace buen caldo, yo a partir de ahora diré que Sifu viejo hace buen Wing Tsun.