¿Por qué
haces Wing Tsun?... o mejor aun, ¿por qué practicas artes marciales? Hay muchos
estudios sobre este tema, porque saber lo
que nos motiva a tomar este tipo de decisiones, puede resultar muy útil en
términos de marketing.
Cada uno
tiene sus propias motivaciones para iniciarse en las artes marciales: aprender
a defenderse, mejorar la condición física, competir… pero una vez que empezamos
con la práctica, que nos metemos en la rutina del entrenamiento, en ocasiones,
esas motivaciones iniciales se van diluyendo, y llegados a ese punto, lo que
nos haya aportado hasta ese momento el entrenamiento, será lo que acabe por
engancharnos, o por el contrario, lo que haga que perdamos las ganas de seguir
que y que decidamos quedarnos en nuestras casas.
¿Qué fue lo
que consiguió engancharme del Wing Tsun? Cuando empecé a practicar este estilo,
antes de la época de You Tube, del Wing Tsun sabía que estaba enfocado a la
defensa personal y que se peleaba a corta distancia, pensé que sería un buen
estilo para mí, porque, como había sufrido una operación en una rodilla, no
quería saber nada de patadas altas. Mi única pretensión, era tener una excusa
para ir al gimnasio un par de veces a la semana y divertirme un poco.
Me pareció
un estilo distinto de lo que había practicado hasta aquel momento y con una
estrategia de combate muy eficaz para la calle, nada más. Pero poco a poco, empecé
a descubrir que tras su aparente sencillez, se escondía un sistema complejo y
refinado. Algo parecido a un antiguo reloj de cuerda, que en su esfera nos
muestra tres simples manecillas que se mueven indicándonos las horas, pero que
bajo ella se encuentra una complicada maquinaria de engranajes y resortes, cuyo
fino ajuste y diseño, hace funcionar al sistema con total precisión.
Cuanto más
Wing Tsun me enseñaban, más quería aprender. Llegué a creer que no iba a ser
suficiente una vida entera para aprender, entender e interiorizar todos y cada
uno de los “engranajes” que lo componen, aun hay días que lo sigo pensando.
La eficacia
en defensa personal, la mejora de mi condición física, la diversión… pasaron a
un segundo plano, arrolladas por el ansia de conocimientos.
Y ese
ansia, se multiplicó hasta el infinito, cuando conocí a GM Kernspecht, en un
seminario en el que explicaba que el “final del camino” era el abandono de toda
técnica en favor, únicamente, de los principios del sistema.
Era como
decir que llegaría el momento en el que toda esa maquinaría a la que tanto
esfuerzo le he dedicado se diluiría, revelándoseme el Wing Tsun en su estado más
puro.
¿Por qué
hago Wing Tsun? Porque quiero aprender y porque su práctica es un camino, con
un final claro e incierto al mismo tiempo, que necesito recorrer.
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