Cuando un gran hombre oye hablar del Tao,
Cuando un hombre medio oye hablar del Tao,
Cuando un hombre necio oye hablar del Tao,
De no reírse el necio a carcajadas,
no habría sido el Tao auténtico.
Por eso dice un refrán:
"El claro Tao, parece oscuro."
De un tiempo a esta parte, el Tao Te King, de Lao Tse, ha trasladado su residencia habitual, de la estantería a mi mesilla de noche, y creo que ha venido para quedarse. En cierto modo se ha convertido en una especie de manual de supervivencia al cual recurro de vez en cuando. Y es que parece mentira el jugo que se le puede sacar a un texto tan corto. La forma en que está escrito, necesita un periodo de adaptación, al revés que en los textos de la cultura occidental, donde se nos da todo masticado y digerido, El Tao Te King es un texto más ecléctico, al principio desconcertante, pero que poco a poco, gracias en parte a la complicidad del lector, va adquiriendo sentido, sobre todo cuando consigues hacerlo encajar con esos aspectos de la vida que, en ocasiones, a todos nos preocupan.
Los párrafos que encabezan este texto, son un pequeño fragmento del libro, que no pude evitar relacionar con el Wing Tsun, o más bien, con un período de evolución personal dentro de este arte.
A pesar de que todos conocemos la leyenda que dice que el Wing Tsun fue inventado por una mujer y que usa la fuerza de su enemigo para vencerlo sin esfuerzo. Yo practicaba un Wing Tsun más físico, el Wing Tsun que mi Sifu enseñaba, el que a el le funcionaba y que jamás puse en duda. Sabíamos que nuestros hermanos del resto de Europa eran mucho más suaves, trabajaban la sensibilidad intentando liberarse de su propia fuerza, y verlos practicando aquellos ejercicios que ni siquiera conocíamos, nos dibujaba una sonrisa en la cara que terminaba convirtiéndose en una sonora carcajada.
Cuando un hombre necio oye hablar del Tao,
se ríe a carcajadas.
De no reírse el necio a carcajadas,
no habría sido el Tao auténtico.
Pero llegó un momento en el cual mi Sifu, empezó a poner en duda muchas de las cosas que había estado enseñando, hasta el punto en el que trató de buscar fuera del Wing Tsun aquellas respuestas que no hallaba dentro de este. Eso me hizo pensar si a lo mejor, alguna de las respuestas se podrían encontrar cambiando mi forma de ver el Wing Tsun y decidí dar una oportunidad a ese Wing Tsun más suave que tanta gracia me hacía.
El tema es que, antes de empezar con este arte, pensaba que era un sistema interno. Una vez que empecé a entrenarlo cambié de idea al ver, y sentir, la forma en que me lo enseñaban. Daba la impresión de que la efectividad de ese Wing Tsun externalizado era directamente proporcional a la fuerza de su practicante y eso chocaba frontalmente con el fondo de la leyenda sobre su creación.
El Wing Tsun que se practicaba en el resto de Europa había seguido el camino opuesto en los últimos años, cambiando la rigidez por la fluidez, abandonando las estructuras corporales firmes y usando el agua como ejemplo. Ante un ataque el cierre ya no servía de nada, lo acompañaban hasta que se perdía y su fuerza era devuelta a su origen en forma de contra ataque.
Es difícil abandonar la seguridad de un muro de hormigón. Y durante algún tiempo llegué a plantearme si el nuevo rumbo que había tomado era el correcto.
Cuando un hombre medio oye hablar del Tao,
cree a medias y duda.
Pero mis dudas se despejaron por completo cuando un viejo compañero de entrenamiento empezó a venir por clase. Después de explicarle un rato el enfoque que estábamos siguiendo, se le dibujó esa sonrisa de la que hablaba al principio. Pero cuando empezamos el entrenamiento su alegría se tornó en desesperación, al ver que las viejas estructuras no le funcionaban, al no tener una base rígida en la que apoyarse y por que era incapaz de defenderse de los ataques de unas manos que no estaban donde se suponía que debían estar.
Cuando un gran hombre oye hablar del Tao,
lo sigue con diligencia.
El viaje va a ser largo, todavía queda mucho por aprender y, sobre todo, entender pero de lo que no me cabe duda es que ahora estoy en el camino.
Por eso dice un refrán:
"El claro Tao, parece oscuro."