Ya cuando tomé contacto por primera vez con este pensador, durante el bachillerato, me resultó muy interesante ver como utilizaba la duda en su búsqueda de respuestas. La duda metódica, me fue de gran ayuda en todos los aspectos de mi vida, desde el profesional hasta el personal y, como no podría ser de otra manera, también en el Wing Tsun.
Descartes estableció la duda metódica como el camino hacia la verdad, y como sabía que el viaje iba a ser largo, creó la idea de una moral provisional que serviría de casa en la que poder vivir mientras no llegara a su destino.
Para mí el Wing Tsun También es un viaje, uno desde fuera hacia dentro, que sabes cuando empieza, pero desconoces lo lejos que está su final. Alcanzado cierto nivel como practicante, me di cuenta de que lo que hacía, tenía poco, o nada, que ver con lo que había aprendido al principio. Y sospecho que volveré a sentir lo mismo dentro de unos años, respecto de mi Wing Tsun actual.
El nuestro, es un sistema que ofrece a sus practicantes, ladrillos con los que levantar casas en las que se puedan sentir seguros durante su evolución dentro de él, al igual que hacía Descartes con su moral provisional. Pero llegado un momento, la sensación de seguridad que da la vivienda que nos hemos construido, empieza a convertirse en un estorbo que nos impide avanzar por nuestro camino.
Este fue el momento más crítico en mi vida dentro del Wing Tsun. Abandonar esa casa en la que tanto tiempo había invertido, en la que me sentía tan cómodo y en la que todo estaba perfectamente ordenado.
Hace años, mi primer Sifu, también abandonó su casa para poder continuar con su propio viaje de búsqueda. Algunos lo siguieron y otros preferimos quedarnos en su vieja morada, ignorando los motivos que le habían llevado a abandonarla. No tardaron en aparecer grietas en sus paredes, luego goteras en su tejado. Hasta que al final, algunos decidimos seguir buscando en distintas direcciones y nos marchamos. Desde la distancia, a veces vuelvo la cabeza y veo como mis antiguos compañeros apuntalan las paredes con vigas cogidas de otras casas abandonadas, tratando, en vano, de convertir ruinas en fortaleza.
Abandonar la seguridad de tu casa es duro, los que ya lo habéis hecho, lo sabéis y los que siguen viviendo con sus padres, lo sabrán. Pero es necesario para poder evolucionar. Construiréis otra nueva, que probablemente tendréis que volver a abandonar, la segunda vez no duele tanto. Luego una tercera y una cuarta… al final comprenderéis que no eran más que refugios donde cobijarse a lo largo del camino.
Como decía al principio, para mí, el Wing Tsun es un viaje, y como todo viajero necesito un equipaje, que en mi caso está hecho con pedazos de las casas en las que he vivido.